domingo, 20 de julio de 2008

bisutería

"... La moda es un lenguaje: con ella, con el sistema de signos que la constituye, por frágil que parezca, nuestra sociedad-y no solo la de las mujeres-expone, comunica su ser, dice lo que piensa del mundo; así, igual que la joya de la antigua sociedad en el fondo expresaba su naturaleza esencialmente teológica, la bisutería de hoy, tal y como la vemos en las boutiques, en las revistas de moda, se limita a seguir, expresar, significar nuestro tiempo: venida del mundo ancestral de la culpa, puede decirse, en una palabra, que la bisutería se ha laicizado.
Esta secularización ha afectado antes que nada, y de la forma más visible, a la sustancia misma de la bisutería; ya no sólo se hace con piedra o metal, si no también con materias frágiles o tiernas como el cristal o la madera. Además, ya no tiene la perenne misión de lucir un precio, por así decirlo, inhumano: se ve alguna de metal vulgar, de cristales baratos, y cuando imita a alguna sustancia preciosa, oro o perlas, lo hace sin verguenza: la imitación, que ha servido para caracterizar a la civilización capitalista, ya no es un procedimiento hipócrita de ser rico a buen precio: se expone francamente, no aspira a engañar, sino tan sólo a manterner las cualidades estéticas de la materia imitada. En suma, se produce una liberación general de la bisutería: su definición se amplía, ahora es un objeto-si así se puede decir-libre de prejuicios: multiforme, multisustancial, de infinitos usos, ya no está sujeto a la servidumbre del precio elevado ni a la de un uso singular, festivo, casi sagrado: la bisutería se ha democratizado.
Naturalmente, esta democratización no deja de verse compensada por un nuevo valor de control. Mientras la riqueza reglamentaba la rareza de la joya, ésta no podía ser juzgada más que por su precio (el de su materia y el de su trabajo); pero desde que casi todo el mundo puede procurarse una cosa, desde que la obra se convierte en producto, hace falta, en nuestras sociedades democráticas pero aún diferenciadas, someterla a una discrminación de otro orden: el gusto, cuyo juez y guardián es, precisamente, la moda. Disponemos, pues, hoy en día de bisutería de mal gusto;y, cosa paradójica, lo que define el mal gusto de una bisutería es, curiosamente, la ostentación de eso mismo que en otro tiempo fundamentaba su prestigio y su magia: su precio extremo; no sólo las joyas demasiado ricas, demasiado recargadas, son desacreditadas, sino que, a la inversa, para que una joya cara sea de buen gusto es necesario que su riqueza sea discreta, sobria, visible sin duda, pero sólo para los iniciados..."

Jardin Des Arts, Roland Barthes, 1961

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó!

Y ya sabes! quiero el libro!


Te amo... hoy mi cabeza no da para mucho mas =(